Suicide Prevention in Our Community
by Laura MÉNDEZ
Suicide is a global problem that transcends borders, cultures, and socioeconomic conditions. This reality requires deep understanding and constant attention, as well as effective prevention measures to help those who need it.
Costa Rica is not exempt from this problem that plagues so many nations. The situation becomes particularly worrisome when we analyze the specific data from certain regions of the country. In recent years, San Ramón has been ranked with the third highest suicide rates in the province of Alajuela, a statistic that compels us to reflect on the particular conditions that may be contributing to this situation. Bajo Tejares, a community within San Ramón, has directly and painfully experienced the loss of community members who have taken their own lives. Even more alarming is the fact that suicide attempts have increased in the area, revealing a silent crisis.
This reality is deeply concerning to those of us who work directly with the community. We as a staff are troubled by an issue that remains largely invisible in our communities. Suicide continues to be a taboo subject, shrouded in stigma and misunderstandings that hinder an open and effective approach. This, along with the invisibility of the problem, not only exacerbates the silent suffering of those at risk but also limits the possibilities for early intervention and community support.
The problem seems even more hopeless when we acknowledge our own limitations. We don't always feel equipped with the necessary tools to address it in the most effective and professional way possible. This honest self-assessment led us to seek training alternatives that would allow us to develop the skills needed to face this crisis responsibly and effectively.
It was precisely this need, and thanks to the valuable resource and connection of FSM’s Discipleship Coordinator, that we had the opportunity to participate in specialized training with an organization called HereTomorrow based in Jacksonville, Florida. This organization has developed a comprehensive approach to suicide prevention and offers virtual training in Spanish, which greatly facilitates the understanding and application of the concepts within our Latin American context.
This training represented a turning point in our understanding of the issue. It was, and will continue to be, of great help to all of us, as it provided us with concrete, evidence-based tools. During the session, we were able to see real statistics that helped us understand the magnitude of the problem, identify misconceptions we had unconsciously held, debunk myths that hinder effective intervention, and learn about the realities faced by people at risk of suicide.
Particularly valuable were the lessons on appropriate approaches and protocols for what to do and what not to do when encountering people we believe are at risk. These are new and essential tools we now have at our disposal, allowing us to act in a more informed and responsible manner. The training provided us not only with technical knowledge but also with the confidence needed to handle sensitive situations without causing unintentional harm.
One particularly enriching aspect of the process was the opportunity we had to express our concerns and even to bring to the surface our own feelings and emotions regarding the issue. This space of shared vulnerability allowed us to recognize that working in suicide prevention also has an emotional impact on those of us who provide support, and that it is essential to take care of our own mental health in order to be effective in our service to others.
We deeply appreciate these training opportunities that help us grow personally, professionally, and as a team. These moments of collective learning strengthen our bonds as a team and better prepare us to face the challenges of our community work. Although we still have a long way to go in this area, we know we have taken a significant step in the right direction.
Our goal is clear: to create spaces for growth and ongoing training that allow us to connect more empathetically, effectively, and early on with the community we have the privilege of serving. Only through constant preparation, community outreach, and collaborative work can we aspire to make a real difference in suicide prevention in the community we serve.
La Importancia de la Prevención del Suicidio en Nuestras Comunidades: Una Reflexión Desde la Experiencia
El suicidio es un problema a nivel mundial que trasciende fronteras, culturas y condiciones socioeconómicas. Esta realidad requiere de comprensión profunda y atención constante, así como medidas de prevención efectivas que permitan ayudar a quienes lo necesiten.
Costa Rica no está exento de esta problemática que aqueja a tantas naciones. La situación se vuelve particularmente preocupante cuando analizamos los datos específicos de ciertas regiones del país. En los últimos años, San Ramón se ha catalogado como el tercer cantón con más índices de suicidio en la provincia de Alajuela, una estadística que nos obliga a reflexionar sobre las condiciones particulares que pueden estar contribuyendo a esta situación. Bajo Tejares, una comunidad que pertenece a San Ramón, ha experimentado de manera directa y dolorosa la pérdida de miembros de la comunidad que han tomado esta decisión de acabar con sus vidas. Más alarmante aún es el hecho de que se han incrementado los intentos de suicidio en la zona, lo que evidencia una crisis silenciosa.
Esta realidad genera una profunda preocupación entre quienes trabajamos directamente con la comunidad. Nosotros como personal en La Viña San Ramón nos sentimos preocupados ante un tema que aún en el año 2025 permanece poco visibilizado en nuestras comunidades. Es más, se puede afirmar que el suicidio continúa siendo un tema tabú, rodeado de estigmas y malentendidos que impiden un abordaje abierto y efectivo. Esta invisibilización del problema no solo empeora el sufrimiento silencioso de quienes están en riesgo, sino que también limita las posibilidades de intervención temprana y apoyo comunitario.
La problemática se agrava cuando reconocemos nuestras propias limitaciones. Además de ser un tema poco expuesto públicamente, tampoco nos sentimos equipados con las herramientas necesarias para poder abordarlo de la manera más eficaz y profesional posible. Esta honesta autoevaluación nos llevó a buscar alternativas de capacitación que nos permitieran desarrollar las competencias necesarias para enfrentar esta crisis de manera responsable y efectiva.
Fue precisamente esta necesidad y gracias a la valiosa mediación entre Hannah Rowen Fry y la administración de FSM que el jueves 10 de mayo del presente año tuvimos la oportunidad de participar en una capacitación especializada con una organización llamada Heretomorrow. Esta organización, que tiene su sede en Florida, ha desarrollado un enfoque integral para la prevención del suicidio y entre sus servicios ofrece capacitaciones de forma virtual con la opción de tenerla en el idioma español, lo que facilita enormemente la comprensión y aplicación de los conceptos para nuestro contexto latinoamericano.
Esta capacitación representó un punto de inflexión en nuestro entendimiento del tema. Fue y continuará siendo de gran ayuda para todos nosotros, ya que nos proporcionó herramientas concretas y basadas en evidencia científica. Durante la sesión pudimos visibilizar estadísticas reales que nos ayudaron a comprender la magnitud del problema, identificar conceptos erróneos que habíamos mantenido sin darnos cuenta, desmontar mitos que obstaculizan una intervención efectiva, y conocer las realidades que enfrentan las personas en riesgo suicida.
Particularmente valiosas fueron las enseñanzas sobre formas apropiadas de abordaje, los protocolos sobre qué hacer y qué no hacer cuando nos encontramos con personas que creemos están en riesgo. Estas son herramientas nuevas y fundamentales con las que ahora contamos, que nos permiten actuar de manera más informada y responsable. La capacitación nos brindó no solo conocimientos técnicos, sino también la confianza necesaria para abordar situaciones delicadas sin causar daño involuntario.
Un aspecto especialmente enriquecedor del proceso fue la oportunidad que tuvimos de expresar nuestras inquietudes e incluso de poner a flote nuestros propios sentimientos y emociones con respecto al tema. Este espacio de vulnerabilidad compartida nos permitió reconocer que trabajar en prevención del suicidio también implica un impacto emocional en quienes brindamos apoyo, y que es fundamental cuidar también nuestra salud mental para poder ser efectivos en nuestro servicio a otros.
Profundamente agradecemos este tipo de espacios de formación que nos hacen crecer a nivel personal, profesional y como equipo. Estos momentos de aprendizaje colectivo fortalecen nuestros vínculos como grupo de trabajo y nos preparan mejor para enfrentar los desafíos que presenta nuestra labor comunitaria. Reconocemos que, aunque nos queda un largo camino por recorrer en este tema, sabemos que hemos dado un gran paso por el camino correcto.
Nuestro objetivo es claro: crear espacios de crecimiento y capacitación continua que nos permitan conectar de forma más empática y efectiva, y de manera temprana, con la comunidad a quien tenemos el privilegio de servir. Solo a través de la preparación constante, la sensibilización comunitaria y el trabajo colaborativo podremos aspirar a hacer una diferencia real en la prevención del suicidio en la comunidad en la que servimos.